Psicología y ancestralidad
- rbravoruiz
- 22 jul 2020
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 24 ago 2020

El bienestar psicológico es una necesidad tan antigua como la angustia o el temor; desde siempre hemos buscado variadas fórmulas para seguir funcionando dentro de los márgenes normativos que los diversos contextos culturales establecen. Aquello en primera instancia nos invita a la reflexión al respecto de cuan adaptados a dicha norma es conveniente estar, de hecho, el concepto de “normalidad” no tiene que ver con la ausencia de enfermedad o con el predominio de la salud en términos generales, sino con lo que el establishment (cualquiera que este sea) determine consensuadamente. Irvin Yalom al respecto señala: “La diferencia entre salud y enfermedad se establece de un modo cuantitativo mas no cualitativo”.[1]
En general todo criterio ligado a la salud física o psíquica del hombre está sujeto a un marco conceptual ligado a su vez a la concepción subyacente que se tiene del individuo que enferma. Esto significa que, aun más importante que el establecimiento de sistemas clínicos o psicoclínicos con los cuales se pretenda abordar la enfermedad humana, es el compromiso por seguir indagando al respecto de la naturaleza constitutiva del ser humano, indagación la cual, permitirá hilar cada vez más fino en cuanto a todo proceso de sanación, y en general a toda expresión de progreso vinculada al hombre.
El problema estriba en que esta investigación dejó de ser prioritaria en el devenir histórico de la medicina, la psiquiatría, la psicología, la educación, etc. Dicho de otro modo, en la actualidad no existe un predominante interés por el conocimiento del ser en sus capas más finas; en aquellas dimensiones que no pueden ser categorizadas en términos de medición cuantitativa. La cultura moderna se encuentra regida por el paradigma de la factibilidad.
Una cultura que basa su conocimiento en la factibilidad de sus apreciaciones está orientada a padecer de una invariable miopía antropológica. Los seres humanos compartimos con los animales la experiencia de conocer el mundo a través de los sentidos, pero existe un nivel de cognición reservado exclusivamente al animal humano, y en este nivel somos capaces de aprender mediante canales de percepción metacognitivos en los que se involucran la intuición, la contemplación, el pensamiento abstracto, y por supuesto la fe, como el recurso metacognitivo por excelencia.[2]
Por toda esta compleja gama de elementos que constituyen el fenómeno humano es menester no desestimar la investigación en torno al conocimiento de las posibilidades ontológicas del individuo, a la exploración de sus dimensiones mediante variados métodos de estudio. El punto que quiero desarrollar es que para poder alcanzar una verdadera comprensión del ser humano y su psicología es preciso, por un lado, seguir indagando en relación a los modelos antropológicos asociados a las propuestas terapéuticas; y, por otro lado, revalorar/reintegrar los aportes culturales de los mal llamados grupos primitivos asociados a muchas de las más antiguas tradiciones místicas del mundo. Muchos de estos grupos, producto del predominio del pensamiento neoliberal contemporáneo, son catalogados como supersticiosos, anacrónicos, portadores de una obsolescencia epistémica que nos hace visualizarlos como aborígenes incivilizados, como meros actores de un cuadro turístico. Esto constituye la ceguera cultural más lamentable que padecemos como sociedad y que no nos permite asociar el progreso científico con lo que Srila Sridhara Swami[3] denominaría la evolución subjetiva de la conciencia[4].
Como toda crítica debe estar asociada a una propuesta, me permito traer a colación los aportes de diversos autores que apostaron por un replanteamiento de la habitual manera de concebir al ser humano.
Comenzaré describiendo el modelo de mayor predominancia cultural, a saber, el monismo antropológico, el cual describe al ser humano como un ente constituido por una sola sustancia de la cual derivarían todas sus manifestaciones conductuales, anímicas y afectivas. Este modelo naturalmente corresponde a una postura estrictamente materialista, sobre el cual se han erigido la mayoría de sistemas y orientaciones científicas modernas como la neurología y la psiquiatría, las cuales postulan que los fenómenos ligados a la conducta humana constituyen un mero subproducto de la actividad bioquímica del organismo humano.
Por otro lado, tenemos el dualismo antropológico, de mayor preponderancia filosófica el cual postula que existen dos sustancias diferenciadas constitutivas de la realidad humana, a saber, el cuerpo (res extensa) y el alma o psykhe (res cogitans). Esta postura puede entenderse desde la concepción platónica, la cual pone el acento en el predominio del alma por sobre el cuerpo, estableciendo una dicotomía entre ambas dimensiones. Dicha cosmovisión adquirirá mayor complejidad a lo largo del desarrollo de la historia del pensamiento occidental, como en el marco del modelo cartesiano, el cual concibe la res extensa (el cuerpo) categóricamente muy por debajo del pensamiento (res cogitans) al cual le atribuía el fundamento de su existencia (cogito ergo sum). Cabe recalcar que el modelo psicoanalítico freudiano se encuentra entre el modelo monista y el dualista, pese a que ciertos autores identifican al psicoanálisis con un modelo netamente dualista.[5]
En tercer término, tenemos el modelo antropológico tridimensional expuesto brillantemente por Viktor Frankl[6] basándose en las complejas dilucidaciones filosófico antropológicas de sus maestros Max Scheler y Nicolai Hartmann. Este modelo realiza una distinción entre la dimensión biopsíquica (cuerpo y mente) y una tercera dimensión humana a la que llamará nous (puede traducirse como lo espiritual) enfatizando, entre otras cosas, las sustanciales diferencias conceptuales entre alma y espíritu; la primera reconociéndola como la dimensión correlativa a la actividad cerebral y neuronal, y la segunda como una dimensión transpsicológica de donde emanan fenómenos específicamente humanos como el afecto, la moralidad, el sentido del humor, la expresión artística, etc. Cabe resaltar que a partir de este modelo antropológico tridimensional pueden establecerse diversos modelos psicoterapéuticos transpersonales como la logoterapia, la psicología transpersonal e incluso algunas otras propuestas de corte existencial humanista.
Por último, me gustaría citar un cuarto modelo antropológico derivativo de la milenaria tradición filosófica de India: los Yoga Sutras de Patañjali y el Vedanta o Uttara Mimamsa (exégesis última) de Vyasa. Este modelo describe al individuo como una unidad inmaterial (brahman=espiritual) revestida por cinco coberturas o capas dimensionales que lo mantienen asociado a la experiencia espacio temporal. Estas cinco capas son: Annamaya Kosha (cuerpo constituido de elementos materiales densos); Pranamaya Kosha (cuerpo pránico o energético, constituido de materia sutil; se dice que las enfermedades se configuran en este estadio antes de manifestarse en el organismo); Manamaya Kosha (cuerpo mental, cuyas funciones se limitan a la aceptación y rechazo de estímulos sensuales); Vijñanamaya Kosha (cuerpo intelectivo, desde donde se establecen los procesos lógicos y el discernimiento); y Anandamaya Kosha (podría traducirse como cuerpo afectivo, desde donde se manifiestan los sentimientos de bienaventuranza y dicha). Estas coberturas ocultan al self o ser supramundano, el cual se mantiene sujeto a las leyes naturales hasta que pueda disociarse de estas cinco capas o coberturas, en función de una profunda disciplina yóguica.
A este respecto quisiera traer a colación el aporte de la tradición Gaudiya Vedanta[7], la cual, por mediación de su fundador, el místico bengalí Sri Caitanya, extiende una milenaria instructiva para promover la anteriormente citada disociación del self en relación a sus capas o coberturas (koshas). En una antigua oración óctuple (siksastakam) menciona lo siguiente: ceto-darpaṇa-marjanam bhava-mahā-davagni-nirvapanam, lo cual puede traducirse de la siguiente manera: para erradicar el fuego de la temporalidad es preciso limpiar el espejo de la conciencia.
Me permito hacer una pequeña elaboración de este punto: de acuerdo con la cosmovisión Vedanta, los seres humanos albergamos en nuestro cuerpo psíquico una indecible cantidad de impresiones (vrittis) como consecuencia de exponer nuestros sentidos a los diversos estímulos medio ambientales desde tiempo inmemorial. Dichos estímulos generarán la conformación de todos los estados psicológicos manifiestos en nuestra conducta, los cuales, nos mantendrán asociados a las coberturas o koshas anteriormente descritos, dicho de otro modo y en términos platónicos, los estados psicológicos serán configuradores de nuestra realidad sensible[8]. Chaitanya Mahaprabhu recomienda un proceso mediante el cual dichas impresiones impregnadas en nuestra conciencia, han de ser removidas mediante la entonación del milenario mantra que hizo popular a su movimiento[9]. A este respecto es difícil encontrar un símil en la plétora de posibilidades terapéuticas modernas, debido a su criterio opuesto a las acciones concretas de las ciencias positivas, lo que sugiere que la experiencia de transformación psicológica no dependerá de una intervención técnica o psicodinámica, sino del acto de fe implícito en la entonación de una fórmula sonora.
Este último planteamiento se contrapone al modelo freudiano donde el yo se encuentra permanentemente sometido a la tensión entre los contenidos instintuales (ello) y los mandatos o introyectos culturales (súper yo). Desde esta perspectiva no existe la posibilidad que el yo pueda desarrollar una identidad separada de la estructura en la que se encuentra, tal como señala el célebre aforismo freudiano “el yo no es amo en su propia casa”.[10]
Este texto no pretende establecer un modelo antropológico por encima de otros. Lo que intento demostrar es la importancia de abordar todas estas consideraciones al momento de tomar una postura en relación a la salud mental, y no perder de vista que no es posible hablar con propiedad de una orientación terapéutica sin considerar las características y cualidades de aquel que se va a someter a tal o cual modelo de salud; cultivar el permanente interés de estudiarnos a nosotros mismos; y, si es posible, desembarazarnos de todo elemento que pretenda castrar nuestro vínculo con los saberes ancestrales y el misterio oculto en sus enriquecedoras dinámicas transracionales, todo lo cual constituye parte de nuestra riqueza como seres en permanente evolución.
Quisiera terminar este artículo enumerando algunas de las que, desde mi punto de vista, constituyen las propuestas psicoterapéuticas más interesantes de la actualidad, no con el afán de intentar promover un enfoque absolutista en relación a la terapia, sino simplemente de aportar al lector en su investigación de nuevas posibilidades y enfoques.
-Logoterapia (Viktor Frankl).
-Dasein Análisis (Ludwig Binswanger).
-Fenomenología Existencial (Ernesto Spinelli; Yaqui Martínez; Gilberto Santaolalla).
-Psicoterapia Existencial (Irvin Yalom; Rollo May).
-Psicología Ayurvédica (Dr. Satyanarayana Das).
-Terapia Gestalt (Fritz Perls).
-Psicodrama (Jacob Levy Moreno).
-Psicoterapia centrada en el cliente (Carl Rogers).
-Psicología Arquetípica (Carl Jung).
-Respiración holotrópica (Stalisnav Grof)
Bibliografía:
-Yalom, Irvin. Psicoterapia Existencial. Herder, 2010.
-Frankl, Viktor. La Voluntad de Sentido. Herder. 2016.
- Freud ¿Dualista? https://www.aacademica.org/000-054/807.pdf
-Castanedo, Caledonio. Seis Enfoques terapéuticos. https://biblioteca.unipac.edu.mx/wp-content/uploads/2017/08/celedonio-castanedo-seis-enfoques-psicoterapeuticos.pdf
-Eidos: Revista de filosofía de la Universidad del Norte, Colombia. https://www.redalyc.org/pdf/854/85448897004.pdf
-Los Koshas o envolturas de constitución del ser humano. http://www.santochastudio.com/index.php/koshas-y-la-anatomia-energetica
[1] Con esto Yalom señala que la salud no es un concepto referido a la ausencia de enfermedad, sino a la proporción de ésta dentro de los límites de una normal cultural. [2] Para un mayor desarrollo del tema sugiero la lectura de mi ensayo “¿Qué es la Fe?” https://rbravoruiz.wixsite.com/website/post/qu%C3%A9-es-la-fe?fbclid=IwAR0BcU9j0093wwh2kuzrSfpVMx-kA_FWqLkxbE3tftQ6sPXavPe_Ap5pZUM [3] Filósofo y teólogo Indio, fundador de la Caitanya Saraswat Math, escuela iniciática orientada a la difusión del pensamiento Vedanta devocional. [4] Este concepto es también el nombre de un libro escrito por el autor anteriormente citado. [5] “¿Son los síntomas de la histeria de origen psíquico o somático?” (Freud 1905, 36-37) [6] Neurólogo, psiquiatra, y psicoterapeuta austriaco, fundador de la Logoterapia. [7] Escuela Iniciática fundada en el siglo XV por Sri Caitanya, quien realiza una síntesis teologal del Vedanta clásico, integrando el aporte de las cuatro principales escuelas (sampradayas) vishnuistas. [8] Lo cual es descrito por Platón como el mundo de las representaciones, como una mera ilusión. [9] El Mahamantra Hare Krsna. [10] Para un mayor desarrollo de este tema sugiero la lectura del sgte. artículo: https://www.redalyc.org/pdf/854/85448897004.pdf



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